miércoles, 30 de enero de 2008

Los Miserables


21 dic 2007

A estas alturas, tal vez ya nada debería sorprendernos. Deberíamos ser conscientes de lo que somos, de dónde estamos, de ese ínfimo lugar que ocupamos en la escala social siquiera ligeramente por encima de la ameba, de la ínfima consideración que como tales merecemos.

Nosotros, miserables aficionados al baloncesto, deberíamos dar gracias al señor, a todos los dioses sobre la faz de la Tierra; deberíamos estar infinitamente agradecidos por el hecho de que aún se nos permita ver por televisión nuestro deporte, esa cosa tan rara que no se juega con los pies.

Y sin embargo no tenemos remedio. No es ya que aún nos sigamos sorprendiendo, es que en cuanto se descuidan incluso nos seguimos quejando, como si no fuéramos capaces de darnos cuenta de nuestra situación, como si aún nos creyéramos con derecho a recibir un trato distinto del que sin duda merecemos.

Nosotros, miserables aficionados al baloncesto, somos tan raros que hasta nos da por ver semana tras semana la Euroliga, tal vez la competición deportiva más autodestructiva del planeta, la primera fase más insustancial e inservible de toda la historia de la humanidad. Pero aún así la vemos, y a veces hasta nos gusta, hay que ver, no tenemos perdón.

A veces, como hace ocho días, hasta nos esconden un partidazo como el Olympiacos-Tau en la programación matinal de Teledeporte, a las once y media de la mañana nada menos, prime time como si dijéramos; pero inasequibles al desaliento no nos resignamos, lo grabamos y luego a la tarde o a la noche lo vemos, y entonces descubrimos que el primer cuarto (que debió ser maravilloso) se les cayó al agua, que en su lugar dieron las series eliminatorias matinales del Campeonato de Europa de Natación en Piscina Corta, competición de masas donde las haya; que pese a su condición de diferido ni siquiera se les ocurrió la posibilidad de recortar los tiempos muertos, no, para qué, no nos vayamos a cansar: nos comemos todo el primer cuarto y empezamos la retransmisión con los dos minutos entre cuarto y cuarto, que esos sí que los damos enteritos para que puedan ver alguna repetición y con eso ya se hagan idea de lo que se han perdido; además, si total es sólo baloncesto, es simplemente la Euroliga, a quién le va a importar...

A veces, nosotros, miserables aficionados al baloncesto, podemos llegar a tener la extraña sensación de que estamos solos. A veces te sientas a ver un partido de Euroliga en Teledeporte y te preguntas si no serás el único, si acaso habrá alguien más haciendo en ese mismo momento exactamente lo mismo que tú. A veces nosotros apenas somos ni siquiera nosotros, apenas somos tú o yo.

Y a veces, incluso nos preguntamos (no escarmentamos, aún seguimos preguntándonos cosas) el porqué del extraño comportamiento del Ente Público para con esta (presunta) competición. Por qué en ACB se intentan hacer las cosas bien sábado tras sábado, y en Euroliga se hacen las cosas tan rematadamente mal miércoles/jueves tras miércoles/jueves. Por qué sólo merece analista el partido de La2 (el gran Creus), por qué los partidos de Teledeporte van sólo con narrador. Por qué ese Arsenio Cañada de cada sábado, con el que todos estamos tan contentos, no aparece jamás en los partidos de Euroliga (mientras que el año pasado sí aparecía), como si sus días de libranza fueran precisamente miércoles y jueves, como si eso no se pudiera cambiar, como si tuviera contrato con la ACB en exclusiva, como si tuviera prohibido hacer esta competición. Por qué en su lugar nos tenemos que tragar al insoportable Nacho Calvo, al anodino Esteban Gómez (aunque éste al menos sabe de qué habla), al estruendoso Diego Martínez, al ilustrado y erudito Pere Ferreres (si entendiera también de baloncesto ya sería la bomba...)

A veces, nosotros, miserables aficionados etc, aún pensamos, incorregibles como somos, que al menos nos quedará el partido de La2. Y nos sentamos a verlo aún sabiendo que probablemente no será el mejor encuentro de la jornada, que probablemente habrá sido elegido por extrañas razones que se nos escapan, tal vez por cuestiones de horario (cuanto más temprano sea, mejor; cuanto menos gente pueda verlo, mejor), tal vez porque es el del Madrid que da más audiencia, extraña cosa esa de la audiencia, que tan pronto se desprecia olímpicamente como se utiliza de coartada para justificar cualquier decisión...

Y a veces pesa más el Madrid que el horario, a veces los partidos son fuera y no les puedes engañar para que lo adelanten, a veces no les queda más remedio que darlo nada menos que a las 20:30, y hasta lo puedes ver sin tener que grabarlo, y hasta llega el último cuarto y el choque sigue igualado, y te preparas para ver un final apasionante...

Y entonces sucede: alguien aprieta un botón, gira una llave, tal vez suelta un cable, de repente las voces de Calvo y Creus desde Roma desaparecen, tan solo nos llega el sonido ambiente, y así un minuto, dos, y allí seguimos esperando que aparezca una voz en off, algún rótulo, alguien que nos dé una explicación pero lo que sucede en su lugar es todavía más extraño, el partido se cae a una ínfima ventanita en la parte inferior izquierda de la pantalla mientras que en el resto aparece primero la cortinilla de TVE y seguidamente el apasionante sorteo de la Lotería Primitiva, que claro, es comprensible porque es de esas cosas que las ves en directo o no las ves, te ponen el sorteo en diferido diez minutos después y se ve que ya no es lo mismo, y que además ya se sabe que ésta es la única manera de enterarse del resultado, te pierdes el sorteo en la tele y a ver luego cómo te enteras de qué números han salido, que total no se publican en ningún sitio...

Así que allí está el bombo escupiendo bolas, una tras otra mientras la voz en off nos informa puntualmente de que este jueves no hay sorteo de Lotería Nacional (menos mal, sólo eso nos faltaba, todavía otro sorteo más) porque con el de Navidad del día 22 se ve que ya es bastante, y cae la sexta bola pero aún nos queda la del complementario, y la del reintegro, y la de la madre que los parió, y ya el plasta en off se despide por fin pero aún nos queda otra dosis de cortinilla de La2, y al fin el partido ocupa de nuevo toda la pantalla, y reaparece el sonido ambiente pero aún no las voces de Calvo y Creus, que el operario del botón o del cable se ve que ahora no lo encuentra, ya ves tú, se le habrá pasado al hombre, estará de copa navideña, estará mirándose la primitiva a ver si le ha tocado algo, pobrecillo...

Total: quedaban casi ocho minutos para el final cuando desaparecieron los comentarios de Calvo y Creus, seis y pico cuando nos redujeron el partido a su mínima expresión para meter la primitiva, tres cuando el partido volvió a su tamaño natural, apenas dos cuando volvió la narración; añádase por supuesto la profusión de tiempos muertos y parones varios, y el resultado arrojará un agujero de más o menos seis minutos de juego, más o menos quince minutos de tiempo real. Y todo ello sin una mínima explicación, sin un nos vemos obligados a conectar con el Salón de Loterías, en breve retomaremos la conexión con Roma, disculpen las molestias... Nada.

¿He dicho explicación? Pero vamos a ver, ¿desde cuándo nosotros, miserables etc etc etc, merecemos siquiera la más mínima explicación? ¿Pero qué nos hemos creído? ¿Acaso no sabemos que la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (o como demonios se llame) pagará una pasta al Ente Público (que curiosamente también es del Estado, por lo que más o menos todo queda en casa) por la retransmisión de este sorteo? ¿Acaso no sabemos que más de medio país está en vilo en ese mismo momento, pendiente únicamente de cuál será la combinación ganadora (no hay más que ver las audiencias de cada jueves para comprobarlo)? Y que tiene que darse en directo, así llueva o truene, así haya baloncesto o... bueno, no, con el fútbol no, con el fútbol haríamos una excepción, faltaría más, ya veríamos cómo nos las apañábamos, al fin y al cabo fútbol es fútbol, no como ustedes los del baloncesto que apenas son nadie...

No nos sorprendamos, pues, y aún menos nos quejemos. Demos gracias una vez más, cuantas veces sean necesarias, por ese gran don que recibimos, por esas dosis de Euroliga que se nos ofrecen semana tras semana; no reparemos nunca más en lo negativo, en lo que nos perdemos, lo que nos quitan, lo que nos aburren, no; simplemente tomemos conciencia de nuestra situación, démonos cuenta de que somos unos privilegiados al recibir estos dones que nosotros, pobres miserables, en absoluto merecemos.

Así que disfrutémoslos hoy, no vaya a ser que nos desaparezcan mañana. Y tengamos siempre presente que cualquier cosa, por muy mal que esté, siempre es susceptible de empeorar.

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