lunes, 10 de marzo de 2008

Delirios findesemanales

Viernes. Bello día. Ideal para ir por detrás de un por fin ya es, ideal para ponérselo de nombre a un indígena en una isla desierta, ideal para ver ACB…

¿Para ver ACB? Pues sí porque, por primera vez en la historia, hete aquí que hoy viernes tenemos partido televisivo de nuestra Liga (entiéndaseme, por primera vez en la historia… excluyendo copas, playoffs o jornadas entre semana; por primera vez en la historia, cuando de la típica jornada findesemanal de temporada regular se trata). Y no, no me pregunte usted por qué: tal vez para evitar coincidencias con la jornada electoral (relativas, porque el mismo domingo habrá unos cuantos partidos), tal vez porque TVE quiera hacer un experimento, tal vez para dejar más tiempo a la Penya de cara a su partido con el Quinqui (o sea, el Khimki). Vaya usted a saber.

La cosa resulta un poco extraña, y uno no puede evitar imaginarse a un buen puñado de jóvenes badaloneses desubicados, acostumbrados a quedar la noche del viernes, a ir al básquet los sábados o domingos, ahora tal vez sin saber qué hacer… En cambio a mí me encanta, me resulta difícil imaginar otro horario mejor. Diez menos cuarto, cena engullida, mesa recogida, sutilmente insinúo que resulta que hoy hay baloncesto, ya ves tú qué raro, y mientras yo me hago fuerte en el salón mi señora y mi niño se encaminan hacia sus respectivos aposentos, la una para ver una de sus series preferidas, el otro para no perder ripio de su programa favorito, El Hormiguero…

¡¡¡Y hoy ha venido a divertirse al Hormiguero… Fernando Romay!!!, plas plas plas plas plas (onomatopeya de aplausos). Una vez hechas las oportunas presentaciones, con esa escena tan original y nunca vista en televisión que consiste en poner de pie al Romay al lado del Motos para que todos nos riamos con la diferencia de altura, será ya el momento de cambiar a La2, donde en ese momento está en el uso de la palabra... el ubicuo Fernando Romay, vaya por dios, al parecer empeñado en demostrarnos cómo se puede aparecer en dos canales a la vez, y no estar loco. Y mientras mi hijo con sus esquemas todos resquebrajados tras descubrir que su Hormiguero del alma no es en directo. Al menos, no los viernes.

La cosa promete, el comienzo es una fiesta, triple va triple viene, la Penya como siempre, Cajasol como nunca... Pero al final del primer cuarto los badaloneses ya están en su salsa, ya llevan 32 puntos mientras los sevillanos aún están en 21, y eso sólo es un preludio de lo que vendrá después (lógicamente; si no viniese después esto no sería un preludio, por definición).

Por cierto, que a estas alturas ya hemos podido comprobar lo sumamente difícil que resulta decir Cajasol. Sí, a primera vista parece una palabra tan normal como cualquier otra, pero nada más lejos de la realidad. Sólo Arsenio Cañada, pedazo de crack, parece tenerla totalmente dominada; no así Romay, que a las primeras de cambio ya le ha llamado Caja San Fernando; y aún menos Creus que, en un más difícil todavía, lo llamará un par de veces Unicaja para seguidamente asustarse de su propio error: ahí va, la competencia... Qué malas son las noches de los viernes, al parecer...

Al descanso la Penya ya ha alcanzado los 65 puntos, nada menos, mientras Cajasol a duras penas roza los 40. Al menos durante todo ese segundo cuarto habremos asistido a un espectáculo insospechado, la evolución cromática del rostro de un Manel Comas que en pocos minutos habrá pasado del rosado pálido al rosa fuerte, y luego al rojo vivo, al fucsia chillón y al morado incandescente para acabar adoptando incluso tonalidades que ni siquiera sospechábamos que pudieran existir, que dan la sensación de que hasta podría ponerse a arder en cualquier momento... Finalmente no ardió, al menos sobre la cancha. Pero no quiero ni pensar cómo debió ser el incendio entre las cuatro paredes de su vestuario.

Partido resuelto, pues. Y uno en su ingenuidad piensa que dará igual, que hasta redundará en beneficio del espectáculo, que la Penya mantendrá el tono durante los cuarenta minutos... Craso error. Pura faena de aliño, con Rudy en el banco toda esa segunda mitad, no se nos vaya a cansar que por ahí amenaza el Quinqui, digo el Khimki, a la vuelta de la esquina. Menos mal que siempre nos quedará Arseni para buscarnos alicientes, que si habrá pique Madrid-DKV desde la distancia, que si éstos querrán superar la marca de 114 puntos que la semana pasada establecieron los otros, que si la Penya puede batir el récord de triples de esta temporada e incluso el récord histórico de la Liga, que si Tyrone Ellis puede superar también su plusmarca particular... Al final na de na, ni esto ni lo otro ni lo de más allá. Al final el único récord que peligrará será el de técnicas provocadas en un solo partido por un solo jugador, el amigo Jagla, empeñado en convertir la que debería haber sido una noche inolvidable (cuatro de cuatro triples, sólo en el primer cuarto) en una noche aún mucho más inolvidable... si bien por causas radicalmente distintas.

Sábado. Bello día. Ideal para reflexionar, ideal para compartir con la familia, ideal para la sobredosis familiar incluso. Al acabar la jornada noto que me falta mi dosis diaria de baloncesto y decido ponerme en vena el Toronto-Washington de la madrugada anterior.

Casualmente Bosh está lesionado (mira que se lesiona a menudo esta criatura) y los Raptors parecen acusar más su ausencia que los Wizards las de Arenas y Butler; o será que éstos están ya más acostumbrados. Toronto va todo el partido a remolque pero allá por el tercer cuarto Calderón se pone a tirar del carro, y el tirón acabará arrastrando a todo su equipo. Finalmente, casi al límite, conseguirán forzar la prórroga... para acabar perdiéndola después. Y Calde se va al vestuario con sus 20 puntos y 9 rebotes que con total seguridad no le harán ni la menor ilusión, que él no es el tipo de jugador que busque consuelo en las estadísticas cuando pierde.

Así que, puestos a buscar consuelo, hagámoslo nosotros, esta vez con la ayuda de la televisión americana que produce la señal, probablemente la de los Wizards, nada sospechosa de calderonismo ni de calderonfilia. En un momento dado, y para demostrar una vez más la innata capacidad yanqui para sacarse estadísticas de debajo de la piedras, nos muestran en pantalla (dónde, si no) un cuadro que recoge a aquellos jugadores que a lo largo de una temporada han promediado más de ocho asistencias, más de un cincuenta por ciento en tiros de campo y más de un noventa por ciento en tiros libres, nada menos. Y resulta que en toda la historia sólo se han dado cuatro casos, a saber: Magic Johnson en la temporada 1988/89, Mark Price en esa misma temporada 1988/89, Steve Nash en la 2005/06 y... sí, efectivamente, un tal Jose Calderón en la 2007/08. Y lo que nos quedará aún por disfrutar...

Ya es madrugada. Tocaría irse a la cama, pero no sin antes pasar unos minutillos ante el ordenador, no sin emprender aún una dura lucha entre el corazón y la razón. Mi corazón me dice que a las tres de la mañana se juega un Duke-North Carolina, partido en la cumbre, algo así como el Madrid-Barça del baloncesto universitario. Mi corazón se quiere quedar a verlo porque este año apenas ha podido pillar nada de NCAA por Internet, porque ya es marzo y está con el mono subido, porque cada vez que piensa que las dos primeras rondas del torneo final coincidirán con la semana santa se le llevan los demonios... Y mi razón me responde que sí, pero que acabará pasadas las cinco y ya no estoy para estos trotes, que luego a la mañana siguiente ya no duermo cuanto quiero sino cuanto puedo (y cuanto me dejan); y añade además que antes debería buscar el canal que lo da (ESPN-Filipinas, nada menos) en algunos de esos raros programas internáuticos semiclandestinos, que en el discutible supuesto de que lo encuentre deberé dejarme los ojos (ya muy castigados a esas horas) en el empeño, deberé desesperarme cada vez que la señal se pierda y haya que refrescar...

Ante tan sólidos argumentos, finalmente gana la razón. Pero me voy a la cama pensando si habrá un sistema (que lo habrá, seguro) para grabar partidos en directo por Internet; pensando cómo es posible, en plena era digital y abonado como estoy a una plataforma por la que se ven chiquicientosmil canales, no poder aún disfrutar de este maravilloso espectáculo por televisión; pensando que a estas alturas aún no sabemos qué cobertura tendremos (ni siquiera si la tendremos) del Torneo Final por Digital +; pensando que hay que jod... ... Me duermo, tal vez por la falta de costumbre ante tanto pensar.

Domingo. Bello día. Ideal para dar un agradable paseo matinal y de paso ir a votar; o para ir a votar y de paso dar un agradable paseo matinal, no sé. Ideal para dejar grabando el Real Madrid-Unicaja que intentaremos ver luego en la sobremesa...

Y esta vez puedo escoger: la versión madrileña (analógica) o la andaluza (digital): escojo Telemadrid que al menos me garantiza el partido completo, no como esa Andalucía TV que mete puntualmente su informativo poco antes de las dos y media, así llueva o truene (y aún más en un día como el de hoy, sospecho...)

Pero, ya de camino al colegio electoral, de repente me entra la desazón: mira que si TeleEspe ha puesto en funcionamiento su legendaria maquinaria de agit-prop durante toda la mañana, no vaya a ser que en un descuido votemos a quien queramos en vez de a quien debamos, que hasta ahí podríamos llegar... No, esta vez la sangre no llegó al río; efectivamente se cargaron el hermoso previo de media hora que Telemadrid nos regala cada domingo, pero al menos el partido nos lo dejaron entero. Salvé los muebles, respiro aliviado...

Partido espectacular, rico en matices, con un resultado final (más veinte para el Madrid) que no refleja para nada lo que fueron los tres primeros cuartos... y con el Show Vaquerizo en todo su esplendor: el gran hombre del inalámbrico, de nuevo en estado puro. Para este hombre no existe el jugar bien, ni mal ni regular, para este hombre no existen matices, en él toda la riqueza de nuestro deporte se reduce a un único factor: los árbitros. Sólo cuenta lo que estos deciden, si aciertan (nunca) o se equivocan (siempre); el resto sobra, carece de importancia, está de más. Claro, entre semana, cuando coincide con Siro y Chechu encuentra siempre el caldo de cultivo perfecto para dar rienda suelta a sus obsesiones (y éstos las suyas a su vez); pero aquí pincha en hueso: Felipe Galán no está por la labor, no entra en el juego, le lleva la contraria unas cuantas veces; y hasta José Miguel Antúnez, aún con sus limitaciones, aún entrando más al trapo, se muestra claramente a otro nivel. Afortunadamente.

Mientras tanto Raül López está que se sale, es sin duda el mejor del partido y muy pronto dará pie al típico debate “Raúl selección”, pero esta vez en su versión baloncestística. Antúnez, con conocimiento de causa, le proclama como el mejor base de la Liga y prefiere no entrar en comparaciones con los de otras ligas (si bien luego, pocos minutos después, pondrá a Calde por las nubes). Pero el insigne Vaquerizo va un paso más allá: para él es el mejor de todos, actúen aquí o allá, “porque Sergio apenas juega y Calderón es más bien un escolta”. Y es que es lo bueno que tiene la realidad, que nos creemos que es objetiva pero no, siempre podemos subjetivarla (menudo verbo) de tal manera que se adapte a nuestras propias necesidades. Por el mismo precio la semana que viene podremos decir que (por ejemplo) Felipe Reyes debe ser titular indiscutible en la selección porque al fin y al cabo los gasoles son más bien aleros, y quedarnos tan anchos de la misma manera... No estuvo mal, mereció la pena asistir al esfuerzo que Galán y Antúnez debieron hacer en los siguientes segundos para discrepar sin que lo pareciera, para rebatirle sin desautorizarle...

Fin de la dosis. Pero ésta no será la última del día, que a las 20:30 Digital + nos regala (es un decir) el choque entre los Suns y los Spurs. Nunca mejor dicho, dado que en la camiseta naranja de Phoenix se lee literalmente “LOS SUNS” y en la blanca de San Antonio se lee no menos literalmente “LOS SPURS”. ¿Por qué? Pues porque al parecer, según reza un pequeño logo, celebran la “noche latina” (curioso concepto éste si tenemos en cuenta que a esas horas en Phoenix deben ser más o menos las doce del mediodía, minuto arriba minuto abajo), y no se les ocurre mejor forma de hacerlo que españolizando los nombres, ni mejor forma de castellanizarlos que simplemente colocándoles el artículo.

Digo yo que ya puestos podrían haber ido un poquito más lejos, y que el partido fuera Los Soles contra Las Espuelas, que la ciudad por un día se llamara Fénix, que toda la rotulación en pantalla y en su videomarcador fuese en castellano, que lo fuesen asimismo las instrucciones de los técnicos para gozo y disfrute de Ginóbili y Oberto (y para desesperación del resto, quizá con la excepción del brasileño Barbosa y de Nash, que lo habla en casa). Ya que hacen chorradas, al menos háganlas bien...

Pero es noche de recuentos, y los largos tiempos muertos de cualquier partido NBA (que en este caso, con Eduardo Téllez y Ramón Fernández en los comentarios, no es ya que sean largos sino interminables) nos darán pie para un extraño zapping político-deportivo durante el que casi sin darnos cuenta pasaremos de las canastas de Zapatero y Rajoy a las alocuciones de Nash y Duncan, de las faltas de Pepiño Blanco o Pío García-Escudero a las declaraciones de Bruce Bowen o Raja Bell... Al final Phoenix ganó a San Antonio por 169 a 153, y el PSOE al PP por 94 a 87; o tal vez fuese al revés...

Lunes. Bello día. Ideal para ir por detrás de un I don’t like, ideal para ver la eterna cara de amargado de tu jefe (hoy mucho más acentuada, por razones fáciles de imaginar para todos aquellos que lo conocemos); ideal, sobre todo, para de vez en cuando robarle minutos al trabajo y así escribir, a salto de mata, toda esta sarta de tonterías...