jueves, 29 de mayo de 2008

cosas que hacer (II)

Como ustedes recordarán, hace más/menos tres semanas apareció en este mismo lugar un articulillo denominado Cosas que hacer (en Denver, y en más sitios), y ha sido tal el cúmulo de solicitudes, peticiones, ruegos, súplicas incluso, recibidas desde ese día, colapsando esta web y otras adyacentes, que no me ha quedado más remedio que llevar a cabo esta segunda entrega, en la confianza de que ustedes le dispensarán tan buena acogida como... (vale, sí, ya lo dejo...)

Chorradas al margen, sí me permitirán ustedes que antes de empezar les informe de algunas cosillas que probablemente ya sepan pero que en el anterior artículo se quedaron colgando, por lo que tal vez resulte conveniente descolgarlas. Hoy, por ejemplo, sabemos ya a ciencia cierta que Rick Carlisle es el elegido por Cuban para llevar a sus Mavs por la senda del anillo; sólo el tiempo nos dirá si finalmente encuentran tan preciado trofeo, pero esperemos que no se aburran demasiado por el camino. Hoy sabemos (o, al menos, sospechamos) que en Toronto ya no se cuestionan a Mitchell, que sus principales esfuerzos a día de hoy van por otro lado, ver dónde pueden colocar a Ford, a quién pueden engañar con Bargnani, qué pueden sacar en limpio de ambas operaciones. Y hoy también sabemos que en Nueva York...

En Nueva York

Los Knicks requieren otro capítulo aparte. Hace dos semanas hablábamos de dos candidatos para el puesto de entrenador, dos instituciones en la Gran Manzana (cada una en lo suyo) como Jeff Van Gundy y Mark Jackson. Y hablábamos también de las papeletas que tenía Mike D’Antoni para salir de Phoenix, de cómo su nombre se postulaba para unos cuantos equipos, Toronto entre ellos, luego supimos que también Chicago, Nueva York...

D’Antoni se convirtió en el novio de América, sonó para media NBA pero finalmente, como es de sobra conocido, aterrizó en el Madison para devolver de un plumazo la ilusión a la muy alicaída afición neoyorquina. De su mano los Knicks, no les quepa duda, jugarán un magnífico baloncesto, recuperarán el sentido común, retomarán las esencias de este juego, llevarán la alegría a las gradas, disfrutarán y harán disfrutar...

Vale, sí, pero... ¿cómo, de qué manera, con qué jugadores? No es que D’Antoni se encuentre el listón bajo, es que se lo encuentra hondo. No deberá empezar de cero sino de más abajo, pongamos de menos diez. D’Antoni lo va a tener muy difícil... pero al mismo tiempo lo va a tener fácil porque nadie le va a exigir milagros, porque cualquier cosa que consiga, por mínima que sea, se considerará un éxito después de haber pasado por donde han pasado. A D’Antoni, qué duda cabe, le cae un marrón, pero no un gran marrón.

Porque el gran marrón, el verdadero pedazo de marrón de esta historia se lo va a comer entero (aunque muy bien pagado, también) el señor Walsh, no el que jugó en Florida y ha jugado en Manresa sino el que fuera durante tantos años mandamás de los Pacers y ahora aspira a serlo en los Knicks. En sus manos rebosa una plantilla plagada de egos consentidos y sobrevalorados de principio a fin, de Marbury a Curry pasando por Randolph. Qué hacer con todos ellos, cómo quitárselos de encima, a quién engañar para que los acoja en su seno y encima dé algo a cambio, he ahí el principal problema que deberá afrontar durante este verano el amigo Walsh.

Y luego, a partir de otros egos más manejables como Nate Robinson o Jamal Crawford, a partir de trabajadores intachables como David Lee o Renaldo Balkman, a partir de lo que pueda ofrecer el draft, a partir de la orfebrería que pueda hacerse en los traspasos, a partir de lo que se pueda pescar en el mercado de agentes libres mediante el socorrido argumento de que no hay mejor escaparate que la Gran Manzana, a partir de todo ello intentar formar de nuevo un equipo, si no competitivo, sí al menos competente. Tarea tiene por delante.

En New Jersey

En New Jersey por poco tiempo, que apenas quedan un par de años para que sea en Brooklin, para ser aún más vecinos y estar aún más cerca de los Knicks. Así que los Nets ya piensan a medio/largo plazo, ya tienen la mente puesta en la mudanza, ya tienen un objetivo entre ceja y ceja para cuando ello suceda: LeBron, que precisamente allá por 2010 finalizará su vinculación con los Cavs, que presumiblemente no pondrá reparos por tener que cambiar su estado natal por la capital del mundo (y aún menos ante el contrato que le pondrán por delante, con cualquier cifra inimaginable para comunes mortales como usted o como yo); y que por si todo esto fuera poco, resulta ser íntimo amigo del rapero Jay-Z (y familia), lo que tal vez facilitará aún más si cabe la operación. En cualquier caso el cuLeBrón no ha hecho sino comenzar, y será más que interesante seguir los pasos del hijo de Gloria James durante estos dos próximos años.

¿Entretanto? Entretanto son moderadamente felices: no jugaron playoffs, pero dieron la temporada por bien empleada tras deshacerse de un declinante Jason Kidd y obtener a cambio a un emergente Devin Harris. Siguen trabajando en ello (en la renovación, se entiende) y parecen haber llegado a la conclusión de que entre Richard Jefferson y Vince Carter sólo puede quedar uno: probablemente preferirían deshacerse del segundo pero seguramente les resultará mucho más fácil deshacerse del primero, sacando además algo muy bueno a cambio.

En Chicago

A los Bulls les ha tocado el gordo. Pero no el gordo en sentido figurado sino el gordo gordo, es decir, la primera elección del próximo draft. Y bien contentos pueden sentirse por ello, ya que tenían menos papeletas que casi nadie para que les correspondiera dicho premio, pero sabido es que el azar no tiene reglas (que sepamos), así que el gordo que se va para Illinois, como premio insospechado a su temporada incomprensible...

El premio ya lo tienen, ahora sólo nos falta saber qué harán con él, que una cosa es ganarlo y otra aún más difícil es saber administrarlo. Lo que a priori parece un chollo puede acabar resultando un regalo envenenado, tanto más en un draft como éste (o como el anterior) en el que aparentemente sólo parecen contar dos jugadores: si eliges bien nadie te lo reconocerá (era la elección lógica, dirán todos), pero si la cagas te lo estarán recordando toda la vida. Justo al contrario que los Heat. En Miami estarán desolados porque se tendrán que conformar con el segundo premio, pero deberían pensar que ése sí que es el verdadero chollo: si sale mal nadie te lo reprochará, si sale bien siempre serás el listo, el que vio aquello que otros no supieron ver...

¿Beasley o Rose? ¿el individuo o el equipo? ¿el alero explosivo y salvaje, o el base creador y creativo? ¿la Bestia o el Gominolas? Yo sé lo que yo elegiría si yo tuviera un equipo (que no es el caso), pero me temo que no seré yo sino John Paxson quien deberá tomar la suprema decisión... aunque si hacemos caso a los rumores su decisión parece estar ya más que tomada: Rose reúne todas las condiciones para convertirse (a medio plazo) en uno de los mejores bases de la Liga, Rose es el jugador ideal para armar un equipo alrededor de él, Rose es perfecto para tapar el hueco de un Hinrich que se les ha venido abajo (y a quien probablemente traspasarán)... y Rose tiene, además, una última cualidad fundamental: es de Chicago. Blanco y en botella...

Sea como fuere, las cosas no pintan bien a orillas del Lago Michigan. Casi todo lo que se podía hacer mal se hizo mal durante estos últimos meses, todo ello en aras de tirar por la borda lo que parecía un proyecto apasionante. Se pasaron media temporada pasada fichando a Gasol y los primeros meses de ésta fichando a Bryant, y éstos nunca llegaron pero el mal ya estaba hecho, afición engolosinada con los fichajes (sobre todo el segundo), jugadores desmotivados, derrotas en el United Center coreadas al grito de Kobe Kobe Kobe... A día de hoy aún no tienen entrenador, ni siquiera sabemos si tienen algo parecido a un proyecto... Tienen, eso sí es innegable, un premio gordo. Esperemos que sepan qué hacer con él.

En Milwaukee

En la ciudad de la cerveza se acabó (casi antes de empezar) la era Kriskowiak (o como demonios se escriba). Al parecer los Bucks han decidido sumarse a la ola de dureza que nos invade, que llevan años siendo (o aparentando ser) el equipo más blando de la Liga, y habrán pensado que hasta aquí, que ya está bien, que vale que no se clasifiquen para playoffs pero al menos que les tomen en serio...

Así que llega Scott Skiles, un duro de los de toda la vida, un broncas en sus años mozos en el instituto y la universidad, un tipo en cuyo currículum como jugador consta el haberse pegado hasta con Shaquille O’Neal, siendo ambos compañeros en el vestuario de Orlando; un tipo del que se cuenta (no existe prueba documental alguna al respecto, que yo sepa) que hasta llegó a las manos más de una vez con más de uno de sus Bulls... (Sí, también puede presumir de conservar aún el récord de asistencias en un solo partido de toda la NBA, y de haber hecho luego algún que otro viaje a los playoffs en ese breve periplo como técnico en Chicago, no todo va a ser negativo...)

Así pues no se avecinan buenos tiempos para un equipo más tierno que el día de la madre, para una plantilla tan sobrada de calidad como (en términos generales, que siempre hay excepciones) escasa de carácter. Digo yo que harán unos cuantos traspasos este verano, porque si no será cosa de observar con detenimiento cómo sobreviven al vendaval Skiles tipos como Redd, Bogut, Yi JianLian, tal vez incluso Mo Williams o Charlie Bell, Villanueva (sobre todo Villanueva)... Que no nos pase nada.

En Memphis

¿Cosas que hacer en Memphis? ¿Me creerían si les digo que no sé por dónde empezar?

Intentémoslo, en cualquier caso. De momento sabemos que han confirmado a Iavaroni, tal vez en la (discutible) creencia de que con el equipo que le dieron no podría haber hecho nada mejor. Sabemos que tienen una plantilla descapitalizada, con rémoras como Kwame Brown, Milicic o Cardinal, con muy poco aprovechable aparte de Gay, Miller (a quien también querrían traspasar) o su buen grupo de prometedores bases. Sabemos que siguen sin tener suerte con el draft, que elegirán en el puesto cinco nada menos...

Ese puesto número cinco ya les habrá quitado de un plumazo la vana ilusión de hacerse con los servicios de Derrick Rose... afortunadamente. Porque elegir a Derrick Rose, como se supone que pretendían, tal vez habría tenido sentido por lo buen jugador que es y que va a ser, y hasta por el hecho de que habiendo jugado en la Universidad de Memphis quizá su fichaje habría podido provocar algún minitrasvase de incautos aficionados de los Tigers a los Grizzlies... Pero no habría tenido ningún sentido si nos paramos a pensar que precisamente ese puesto, el de base, es el único que los Grizzlies parecen tener cubierto con plenas garantías de futuro.

Pero esa quinta elección tampoco tiene por qué estar tan mal, siempre y cuando sean capaces de sentarse, analizar seriamente qué necesitan, qué les hace más falta, qué posición tienen peor cubierta y a partir de ahí estudiar detenidamente quién puede proporcionárselo (mucho pido...). Yo no tengo tiempo ni paciencia ni me pagan por ello, pero así de lejos diría que sus mayores carencias están en el interior, que tienen un buen agujero en el centro, que con la pareja Kwame-Milicic no van a ningún sitio (al manicomio, si acaso). Tal vez no les llegue para escoger al buen pívot de Stanford Brooke López, pero sí debería llegarles para escoger, por ejemplo, al beach boy de UCLA Kevin Love, que es más cuatro que cinco pero que les puede hacer un magnífico apaño. Ellos sabrán.

Claro que ese agujero en el centro se puede rellenar de muchas formas, y un buen relleno, qué duda cabe, sería Marc Gasol. Pero sabido es que nuestro Marc aún anda pensándoselo, y dadas las mareantes ofertas que tiene y tendrá de media Europa, dado que aún puede ser un poco pronto para dar el salto y dado el escalofriante panorama deportivo que presentan los Grizzlies, no parece descabellado pensar que en Memphis aún tendrán que esperarle un par de años más.

¿Y además? Pues tendrán que ver si se quedan con Navarro (al que sospecho que harán una oferta a la baja que éste sólo aceptará si no le queda más remedio, si no encuentra nada mejor), tendrán que ver si traspasan finalmente a Miller y por supuesto tendrán que bucear en el proceloso mar de los agentes libres, a ver a quién engañan. Dinero para gastar tendrán más que de sobra (para eso traspasaron a Pau, se supone), ahora sólo nos falta ver si encuentran a alguien en quien gastárselo.

En Phoenix

En Phoenix la primera cosa que hacer es obvia: buscar un entrenador, dada la ya mencionada marcha de D’Antoni a la Gran Manzana. En ello están, y en estos últimos días ya se les ha relacionado (o ya se han relacionado ellos mismos, vía entrevista) con unos cuantos, casi todos con un perfil más o menos común: jóvenes, con su etapa de jugador relativamente reciente, con escasa (o nula, incluso) experiencia en los banquillos. Y así hemos escuchado ya los nombres de Mark Jackson (cómo no), de Brian Show (a día de hoy asistente de Phil Jackson en los Lakers) o de Terry Porter (que si de mi dependiera, que no es el caso, sería el elegido, porque es el único de los tres que cuenta ya con experiencia como entrenador-jefe, y porque a mi modo de ver lo hizo francamente bien durante su corta estancia en Milwaukee). No obstante, al cierre de edición (precioso eufemismo) no consta que el amigo Steve Kerr haya tomado ya tan suprema decisión...

Que no será la única que Kerr deberá afrontar este verano. Visto lo visto, no parece que el remedio (Shaq) fuese mejor que la (presunta) enfermedad (Marion). Los resultados a corto plazo (playoffs) no fueron buenos, pero a medio plazo (temporada próxima) pueden ser aún peores si no se les da solución. O’Neal envejecido, Nash en trance de envejecimiento, Stoudemire semiestancado y semimosqueado, el banquillo empobrecido...

Pero el mercado no les dará muchas oportunidades, si acaso algún dolor de cabeza, alguna presunta oferta como para echarse a temblar. Porque aquí el que no corre vuela, y a los nuevos Knicks d’antonianos les faltó el tiempo para, imbuidos de la filosofía de su nuevo técnico, proponer a los Suns un inmediato traspaso: vosotros nos dais a Diaw y Barbosa, eternas promesas que nunca terminan de arrancar, y que total a ver vosotros para qué los queréis, y nosotros a cambio os damos a Stephon Marbury, esa joya, un chico joven, de mentalidad colectiva, poco egocéntrico, nada problemático, total qué os vamos a contar si ya lo tuvisteis... Cuentan que en el Valle del Sol todavía no se han recuperado del ataque de risa.

En Portland

Estos días los Blazers deben ser la viva imagen de la felicidad. No pueden presumir de presente, pero nadie puede presumir más que ellos de futuro.

Ese futuro, por dentro, es espectacular. Imaginen la imparable progresión de LaMarcus Aldridge, pero ahora al lado de un Greg Oden de quien cabe esperar su recuperación absoluta (ingenuamente tal vez, pero al menos yo sí la espero), y que muy bien podría convertirse (por extraño que parezca) en el próximo rookie del año, en su segunda temporada de derecho pero primera de hecho en la Liga. Si todo va bien, si no surgen imponderables, a ver qué juego interior será capaz de parar a estos dos durante las próximas temporadas.

Eso por dentro, pero es que su juego exterior tampoco tendrá nada que envidiar a nadie. Sobre todo si finalmente les llega un Rudy que a día de hoy aún aparenta estar deshojando la margarita... pero que yo creo que en realidad la tiene ya bastante deshojada, aún más ante la triste sensación de fin de proyecto que parece vivirse estos días en la Penya. En cualquier caso Rudy llegará más tarde o más temprano (más bien temprano, en mi opinión) y a los agoreros se les llenará la boca con que si le espera el mismo futuro que a Sergio, con que si McMillan no le va a dar bola... Permítaseme discrepar: cuando Sergio se fue no era “””””nadie””””””, entre muchas comillas lo de nadie; era internacional, era una delicia, era un talento superlativo pero tenía (y tiene) aún muchos defectos por pulir; en cambio Rudy se va (si es que se va) siendo el mejor jugador de Europa en su posición, tal vez (es sólo mi opinión) el mejor jugador de Europa en cualquier posición.

Claro, pero llegará a Portland y en esa posición se encontrará a Brandon Roy... o no. Roy puede jugar perfectamente de base, y es bien sabido a McMillan de base no le gusta pero no es menos sabido que a veces la necesidad obliga, y que si tienes déficit en una posición y superávit en otra, pues al final mal que te pese tendrás que tragar. Imaginen: Aldridge y Oden por dentro, Roy y Rudy por fuera, qué pedazo de sueño para cualquier afición, qué lejos quedan ya los tiempos de los Jail Blazers.

Claro que siempre queda la posibilidad de que McMillan no trague, de que Roy y Rudy (si llega) compitan por un puesto o de que más o menos compartan el dos y el tres, y en ese supuesto sí que aún les quedará una cosa que hacer: buscar un verdadero base. Sergio no le vale ni le va a valer (y cuanto antes se resuelva esa situación, vía traspaso a ser posible, será mejor para todos; sobre todo para Sergio) y Blake y Jack (cada uno en su estilo) son impensables como bases titulares de un buen equipo NBA, por más que unas cuantas veces hayan ejercido ese papel. Y es que resulta que McMillan fue base, un base no escaso de talento pero sobrado de trabajo, solvente en ataque pero extraordinario en defensa, y que ahora parece buscar no un base cualquiera sino uno a su imagen y semejanza. Y cuentan que alguna vez le han sorprendido soñando con un tal Calderón, pero es que ése ahora mismo es sueño para muchos pero es realidad sólo para uno, que se llama Colangelo y vive en Toronto. Y no es por nada, pero tiene toda la pinta de que así va a seguir siendo.

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