viernes, 16 de mayo de 2008

adeu, Chichi

El pasado viernes 9 de mayo, al acabar la última jornada de temporada regular de la ACB, al finalizar el (fallido) carrusel propuesto por Televisión Española, su narrador, Arseni Cañada, (creo recordar que) se despidió de la audiencia como tantas otras veces, con su habitual entusiasmo, pero recuerden, ya saben que esto no para, el lunes en La2 emitiremos un especial con la Gala de presentación de los playoffs, y ya saben que éstos empiezan el jueves 15 de mayo, hasta entonces, muy buenas noches, algo así.

Y hasta aquí todo normal, como normal probablemente fue también la despedida de un Fernando Romay que tal vez ni siquiera dijo nada, si acaso un hasta luego, un hasta pronto, un hasta la próxima, apenas un adiós, qué sé yo. No me acuerdo, y aunque me acordara tampoco tendría la menor importancia, no traería yo aquí y ahora toda esta historia si no fuera porque aquella noche, en aquel momento, sí que hubo algo puntual que me llamó poderosamente la atención: la despedida de Creus. Creus no dijo adiós ni hasta luego ni hasta pronto ni hasta el jueves, no; Creus dijo hasta siempre.

Reconozco que si esto hubiese sido cualquier otra noche no me habría llamado la atención, en absoluto. Hasta siempre puede ser una fórmula como cualquier otra, hasta podría ser que ésa fuera simplemente su fórmula habitual de despedida, que la haya utilizado otras muchas noches sin que yo ni siquiera me diera cuenta de que la utilizaba. Decir hasta siempre no tendría por qué ser muy distinto que decir hasta ahora... Y sin embargo, la vida, y aún más la televisión, nos han enseñado que un hasta siempre tiene otro sentido: es la despedida del presentador que acaba su temporada y no sabe si su programa volverá a emitirse, o del que sabe positivamente que ya no volverá a emitirse, que ya no nunca tendrá la oportunidad de otra despedida; es la despedida de quien no sabe si te volverá a ver, de quien sospecha que ya nunca te volverá a ver. Es la más triste, la más definitiva de las despedidas. Es, al menos, mucho más elegante y mucho menos desesperanzada que decir hasta nunca. Aunque a veces, demasiadas veces, ambas acaben significando lo mismo.

Insisto, quizás esté yo exagerando. Quizás él se despida siempre así, quizás lo soltara aquella noche, como tantas otras, sin siquiera reparar en su significado. Quizás él en aquellos momentos aún no supiera que aquél había sido su último partido en TVE. Quizás yo ni siquiera me habría fijado de no haber sido aquella la última noche de temporada regular, una noche que siempre transmite de algún modo una sensación de fin de ciclo, por más que luego los playoffs comiencen apenas seis días después. Así lo sentí yo al menos, como un atisbo de despedida, como la sensación de que nos quedaríamos sin su voz en los playoffs. ¿Acaso se tendría que ir ya con Pepu a preparar los Juegos, acaso su trabajo con la selección le mantendría ya ocupado al cien por cien, le imposibilitaría compatibilizar esa labor con la de comentarista televisivo?

Hoy ya sabemos que no, que no iban por ahí los tiros (en el supuesto de que ya entonces hubiera tiros). Creus no se vuelve a su selección sino que se va al Barça, a su Barça, a llevar su magisterio a esos despachos, a intentar enderezar el rumbo de esa nave un tanto a la deriva. A poner un poco (o un mucho) de cordura, y de su inmensa sabiduría baloncestística, al servicio de la gent (del básquet) blaugrana. A posteriori sabremos si lo hizo mejor o peor, a priori bien puede decirse que esa casa jamás estuvo en mejores manos.

Y ahora tendría yo que glosar su labor de analista durante todos estos años, pero creo que esta vez no lo haré. No lo haré porque no me atrevo, porque ya me da vergüenza, porque han sido tantos los elogios que ya le he dedicado, en tantos y tantos presuntos artículos (que andarán por ahí abajo, o por algún ignoto lugar del ciberespacio), que reiterarlos ahora resultaría absurdo, pretencioso, hasta ridículo.

No insistiré en ello, pues; pero no me aguantaré las ganas de citar lo que alguien no hace mucho escribió en el foro de esta misma página, diciendo que a este hombre habría que clonarlo, de tal manera que pudiésemos tener un Creus en todos los canales, en cada partido, para cada ocasión; que nadie (tantas veces lo hemos dicho) nos explica las jugadas como él, nadie nos desmenuza el juego como él, nadie nos hace entender este deporte como él. Habría que clonarlo... francamente no se me podría ocurrir una definición mejor.

Pero no todos pensaban igual, claro, que ya dijo el torero que hay gente pa tó. Buceando en los foros más masificados y desbarrados de la red hemos encontrado también gente en contra, gente que por tacharle le ha tachado hasta de madridista incluso. ¿Madridista, Creus? Como se enteren en Can Barça, lo mismo le despiden aún antes de haberle contratado... Es lo que tiene ver el baloncesto sólo según el cristal con que lo miran, que algunos son incapaces de quitarse jamás el vidrio de los ojos y a partir de ahí todos los que no son amigos son enemigos, todos los que no son de los nuestros son del contrario y por ello sólo merecen nuestro odio y su condenación eterna, sin la más remota posibilidad de que acaso exista un término medio...

Algunos toman la parte por el todo (o al revés, no sé): vale que Romay es del Madrid, no creo que nadie a estas alturas esperara que fuese otra cosa. Y eso que se corta bastante, y que a menudo (en valoraciones sobre decisiones arbitrales, sobre todo) se le nota que se está mordiendo la lengua (lo que pasa es que a veces hay silencios más explícitos que cualquier palabra). Pero sí, es del Madrid, y con eso al parecer es más que suficiente para que algunos decidan que entonces los demás también lo son; para colocar la etiqueta de madridistas a todo el equipo de comentaristas de Televisión Española.

Inciso: quizás ayudaría, para evitar estas etiquetas, que Televisión Española no diese constantemente partidos del Madrid, que no diese siempre prioridad a los encuentros del equipo blanco sobre cualesquiera otros a la hora de elegir lo que se televisa cada jornada (sin ir más lejos, mismamente en estos playoffs; y en tantos otros). Pero esto no creo que sea problema del equipo de comentaristas sino de más altas esferas, de esos despachos en los que se toman las decisiones tal vez pensando en criterios de audiencias (como si alguna vez les hubieran importado realmente las audiencias de nuestro deporte), tal vez pensando en los gustos (¿?) de la mayoría, tal vez pensando en complacer a sabediós quién, tal vez pensando que piensan, tal vez... Fin del inciso.

Llamar madridista a Arseni Cañada, probablemente nacido y desde luego criado en Cataluña, árbitro en sus años mozos, periodista de ley, parece en principio bastante absurdo. Pero llamar madridista a Joan Creus roza casi lo surrealista. Barcelonista, manresista (si tal término existe), tal vez (aunque si así lo es, jamás permitió que se le notase ni un ápice). Pero ¿madridista? Tal vez me equivoque (qué sabe nadie, al fin y al cabo) pero sospecho que sus únicos colores son los del baloncesto, al que aman con pasión y que transmiten, cada uno a su manera, con esa misma pasión.

Pero Creus se nos va, y en Televisión Española de repente se han echado las manos a la cabeza, no tanto por el pedazo de comentarista que pierden (que quiero pensar que también) como por el hecho de que con su marcha se les desequilibra el equipo. Es decir, no parece que les preocupe tanto el hecho de que Romay se quede en sus chascarrillos, de que apenas aporte el diez por ciento (tirando muy por lo alto) de lo que Creus aportaba, como el giro a la blancura que ello puede propiciar y los palos que por ello les pueden caer. Y así las cosas, podrían haber buscado una solución pero parece ser que han preferido poner un parche: el parche, al parecer, se llama Juan Carlos Navarro.

Entendámonos: nadie tiene más debilidad que yo por el jugador de baloncesto llamado Juan Carlos Navarro. La misma, puede; más, es difícil. Pero repito, por el jugador de baloncesto. Porque el analista Juan Carlos Navarro ya es otra cuestión. Ya tuvimos ocasión de escuchar sus comentarios para Canal + durante el All Star Weekend, y hemos tenido ocasión de escucharlos de nuevo durante la Final Four euroliguera, esta vez para TVE. Y me duele decir que nos ha dejado fríos (o, al menos, a mí me ha dejado frío). Ya sabíamos que es un tipo simpático, majete, desinhibido (pero ante el micrófono mucho menos que sobre la cancha; probablemente, también, mucho menos que en la vida real). Pero ahora sabemos también que mide mucho sus palabras, que le cuesta lanzarse a opinar, que el narrador de turno (o el propio Creus, durante la Final Four) tiene que ejercer un poco de sacacorchos, empujarle para se lance a decir lo que piensa (que a menudo suele ser lo que se espera que piense…) No, en nada se parece el Navarro comentarista al Navarro jugador, desgraciadamente.

No, evidentemente no se trata de saber o no saber, faltaría más. No es eso. El mejor analista (lo repetiré una vez más) no es necesariamente el que más sabe (aunque el saber es imprescindible) sino el que mejor transmite lo que sabe. Y La Bomba, como jugador, está en la plenitud de su madurez baloncestística, pero como comentarista aún le falta un hervor. Quizá sea sólo cuestión de edad, tal vez sea simplemente un exceso de prudencia, o puede que sea sencillamente cuestión de tiempo, hasta que coja confianza ante el micrófono…

De ese tiempo que no va a tener. Y a eso, sólo a eso me refería cuando decía que era un parche. En Televisión Española (suponiendo que se confirme la noticia, que aún no es oficial) han preferido no pensar a medio o largo plazo, tapar ahora el hueco con Navarro que al fin y al cabo da el perfil porque cumple dos requisitos fundamentales: es mediático y es del Barça, requisito imprescindible para servir de contrapunto a Romay. Problema resuelto, y luego, cuando lleguen los Juegos, pues ya veremos, y más adelante, cuando empiece la próxima temporada… ¿pero acaso alguien sabe, a estas alturas, si habrá baloncesto en TVE la próxima temporada?

Así que aún no sabemos cómo será ese futuro a medio o largo plazo. Sí a corto plazo (si finalmente se confirma, insisto): comienza la etapa Navarro, que no será la era Navarro por razones obvias de duración. Y la era Creus, me temo, ya es historia, tan historia como tantas otras, la era Gavaldá, la era Pesquera, la era Martín (Miguel Ángel), la era Montero, la era Imbroda por citar sólo algunas, las más significativas, las más dilatadas en el tiempo. Unos fueron buenos y otros peores (y algunos, sencillamente terribles) pero todos, de algún modo, dejaron huella. Aunque huellas las hay de muchas clases, y ésta de Creus pertenecerá para siempre a la categoría de las imborrables.

Adeu, Chichi. Permíteme que, quizás por última vez, utilice tu apodo, ése por el que se te conoció sin mayores problemas durante tu cuarto de siglo de impecable trayectoria profesional, ése que ahora durante tu etapa de técnico y/o analista parece haberse suprimido de un plumazo, supongo que en aras de lo políticamente correcto. Y permíteme que te diga adiós, adeu, en lugar de utilizar ese socorrido hasta pronto (que me temo que sería mentira), ni tampoco ese hasta siempre tuyo que queriendo ser eterno acaba pareciendo definitivo. Hasta la próxima, sea ésta cuando sea, sea ésta donde quiera que sea. Que te vaya bonito en tu Barça, que te vaya bonito allá donde el destino te lleve. Y que sepas que, aunque aún apenas te has ido, por aquí ya estamos echándote de menos…

No hay comentarios: