jueves, 31 de julio de 2008

once días

A este paso voy a acabar pareciendo el tocapelotas no oficial de la FEB y de su maravilloso programa de festejos, también llamado encuentros de preparación para los Juegos, también llamado Gira Eñemanía 2008, también llamado Circo. Voy a acabar pareciéndolo y no me gustaría, la verdad. No me gustaría porque creo sinceramente que tenemos la mejor selección posible, dirigida por el mejor seleccionador posible (el cómo haya llegado al cargo, y –sobre todo- el cómo haya salido el anterior, ya es otra cuestión). Creo que llegamos a Pekín con legítimas opciones de hacer un gran papel, con fundadas esperanzas de medalla. Y que incluso el oro, aún siendo improbable (tiempo hacía que USA no tenía tan buena pinta), no resulta en absoluto imposible.

¿Y entonces? Pues quizá sea precisamente por eso, por esa sensación que tengo de que estamos ante una oportunidad histórica, por lo que me aflora a cada momento este papel de pejiguera, de tiquismiquis, (vaya dos palabros), de pepito grillo incluso. De tocapelotas, en suma. No soy quién para decir lo que está bien y lo que está mal, sólo faltaría, ese papel queda para los iluminados habituales. Yo sólo digo lo que me gusta y lo que no me gusta. Y siendo muchas, muchísimas más las cosas que me gustan, quizás por ello cobren más peso esas pocas cosas que no me agradan nada.

Y no, no teman, no voy a calentarles otra vez la cabeza (por más que el cuerpo me lo pida) con el hecho de que todos nuestros partidos de preparación sean en casa, con nuestro horario, nuestro público, nuestros árbitros, nuestras animadoras, nuestro Suso, nuestro circo (Chapu dixit). Ni siquiera insistiré en la dudosa elección de alguno de nuestros rivales (caso de Hungría), ni en el hecho de que algún rival supuestamente bien escogido se dejara por el camino a alguno de sus mejores jugadores (caso de Letonia). Ni mencionaré apenas la discutible elección de algún pabellón poco acostumbrado a estar lleno, a la condensación que se forma con tantos miles de espectadores respirando todos a la vez (caso de Castellón, a ratos convertido en pista de patinaje: menos mal que no se rompió nadie). No abundaré en ninguno de estos pequeños detalles, incluso me felicitaré de tener una Federación tan previsora que hasta ensayó la posibilidad de un apagón, que es que hay que tenerlo todo previsto, sí señor, no vaya a ser que en Pekín se vaya la luz cualquier tarde (los monzones, ya se sabe), no vayamos a dejar ningún elemento al azar...

Pero permítanme que al menos les exprese una última duda: España jugó su último encuentro de preparación el miércoles 30 de julio. Y España debutará en Pekín el domingo 10 de agosto. Es decir, que, si no he hecho mal las cuentas, la distancia entre uno y otro va a ser exactamente de once días, ni uno más ni uno menos. Once (11) largos días, todos y cada uno de ellos con su correspondiente noche. ¿Hemos estado jugando encuentros amistosos día sí día no, hasta un total de siete partidos en días alternos (lo cual está razonablemente bien, ya que ésa será exactamente la misma cadencia de encuentros que tendrán en los Juegos), y sin embargo a partir de ahora nuestros internacionales se van a pasar más de semana y media sin hacer otra cosa que no sea entrenar, así un día tras otro hasta que se nos aparezcan los temibles griegos?

Claro, sí, todo tiene sus ventajas, se me dirá que así las criaturas ya no se nos lesionan (salvo desgracia en algún entrenamiento), que de esta manera se reducen drásticamente las probabilidades de pisar el pie de un rival, recibir un codazo en la boca o resbalar por la humedad del parquet. Inobjetable argumento, ciertamente, que aún sería más fácil de compartir si el resto de selecciones también lo compartieran. Porque resulta que en este periodo, mientras los nuestros sólo entrenen, los demás van a estar jugando, mire usted. No tengo ni tiempo ni paciencia para buscar los calendarios del resto de equipos pero sí recurriré al más conocido, el de Estados Unidos: debutaron el día 25 de julio contra Canadá y luego ya se fueron para Oriente, ya ves tú, sin hacer gira Yanquimanía 2008 ni Enebeamanía 2008 ni Dreamteammanía 2008 ni nada parecido sino más bien al contrario, ya ves tú: sacando a pasear a sus ídolos por esos mundos de dios (o de buda); el 31 de julio contra Turquía, y los días 1, 3 y 5 de agosto contra Lituania, Rusia y Australia. Y no en Alabama ni en Wisconsin, sino en Macao y Shangai. Es decir, Estados Unidos habrá disputado cuatro de sus cinco partidos de preparación después de que España ya haya finalizado el último de los suyos.

Eso USA, y por extensión también rusos, lituanos y australianos, cuyos calendarios no nos hace falta consultar porque ya vemos que también andarán ocupados en esas fechas. Y así casi todos, me temo. Pero vamos a ver, ¿cómo pueden ser todos ellos tan inconscientes, es que acaso no saben el inmenso riesgo que corren de que alguna de sus criaturillas se les lesione? ¿O será simplemente que asumen ese riesgo, que lo aceptan como parte inexorable del juego, como el precio que acaso haya que pagar (o no) a cambio de una buena preparación, de saltar a la cancha el próximo 10 de agosto en un perfecto estado de forma? Spain is different, one more time...

Sí, ya lo sé, me dirán (un suponer) que los nuestros tienen que adaptarse al cambio horario, al jet lag y todas esas cosas y que por ello, tras dos días de merecido descanso, el domingo día 3 partirán raudos hacia Shangai, para ir aclimatándose... Es decir, exactamente igual que todos los demás equipos (excepto China, supongo)... con la sutil diferencia de que casi todos ellos se aclimatarán jugando mientras que nosotros lo haremos entrenando, y de paso mirando cómo juegan los demás. Sí, claro, pero es que nosotros los partidos de preparación los tenemos que jugar todos aquí, ya sabe, la Eñemanía y todas esas cosas, que es que si jugamos en China no hacemos caja, mire usted... Y sí, ya lo sé, vuelta la burra al trigo...

Añádase además otro elemento, cuando menos, inquietante: dos de nuestros tres primeros rivales en Pekín van a ser Grecia y Alemania, equipos temibles ya de suyo pero que en este caso cuentan además con un ingrediente adicional: vienen del Preolímpico, es decir que vienen de disputar competición oficial, es decir que vienen de jugársela, es decir que llegarán como motos. Y enfrente nosotros, que tendremos el placer de saludar a Papaloukas, Diamantidis y hasta al ex gordo Schortsianitis el domingo 10 de agosto, once días después de la pachanga letona, trece días después de la (aún más) pachanga húngara, exactamente quince días (o sea, más de dos semanas) después del que habrá sido nuestro último amistoso realmente serio (Argentina, en Ourense).

Qué razón tiene Nocioni con lo del circo. Razones tiene para estar frustrado y cabreado, aún más siendo un ganador nato como es él... y sin embargo, en su legítima amargura debería haber, aunque él no lo sepa ni quiera saberlo, un puntito de felicidad: porque es muy probable que sus partidos de preparación en España, aún habiéndolos perdido, a la larga les resulten más útiles que a nosotros los nuestros, aún habiéndolos ganado. Que sí, que aprender a conducir por la autopista está muy bien y es muy cómodo, pero si luego resulta que vas a tener que llevar el coche por calles estrechas de ciudad o por sinuosas carreteras de montaña, pues como que tan placentero aprendizaje no te habrá servido de mucho, la verdad...

Tenemos un equipazo, tenemos razones más que sobradas para la ilusión, y por eso incluso a mí mismo me chirrían todas estas pegas que probablemente no son más que eso, ñoñerías de un aficionado cascarrabias (y tocapelotas, of course) que se empeña en ver fantasmas donde no los hay. Y sé que la perfección no existe, sé que nunca llueve a gusto de todos, sé que todas estas cosas para mí tan importantes serán para tantos otros meras nimiedades sin ningún sentido. Creo o quiero creer que el domingo 24 de agosto la realidad habrá puesto las cosas en su sitio, habrá establecido sus prioridades, habrá situado lo verdaderamente importante por encima de todos estos rollos secundarios. Que para entonces ya ni me acordaré de lo escrito, que acaso lo recordaré tan sólo para pensar la ridiculez que hice al escribirlo. Que me sentiré inmensamente feliz recordando cuan equivocado estuve... Ojalá.

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